La importancia de la banda ancha no es sólo un tema relacionado con el crecimiento o la productividad, sino que se relaciona con la transformación total que hoy vive nuestra sociedad. En efecto, ya vemos cómo la generación que creció usando dispositivos conectados comienza a jugar cada vez roles más preponderantes en los países, en un proceso que representa fuertes cambios en la forma de relacionarse, trabajar y acceder al conocimiento.

Esto, que recién comienza a hacerse más evidente y que en muchos casos es objeto de estudio para los expertos, plantea desafíos a los países y las organizaciones, para adaptarse a las demandas de conectividad de calidad que están haciendo las nuevas generaciones.

Hay que considerar, además, que en el mundo de los negocios ya se habla de “transformación digital”, para referirse a la aceleración de los cambios producto de las nuevas tecnologías en las empresas, las cuales deberán centrar sus estrategias de negocios en explotar los datos generados por la interacción con sus clientes en medios digitales, convertir esos datos en información y luego en acción para incrementar sus ingresos y generar más valor para la organización.

En otras palabras, el desarrollo económico y social de los países depende o está vinculado directamente con el nivel de conectividad de sus ciudadanos. De allí que siempre es importante ver, año a año, cuál es la evolución y ver el estado de avance de los desafíos del país y el vecindario.

En una mirada regional, Latinoamérica aún se encuentra a niveles distantes de Europa o Norteamérica. Según el informe “Estado de la banda ancha en América Latina y El Caribe  2015”, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el número de usuarios como proporción de la población pasó, en el período  2006-2013, de 20,7% a 46,7%, es decir, aumentó más del doble, pero aún muy lejos de lo que acontece con los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que alcanzan, como promedio, un 79%.

Algo similar acontece con la banda ancha móvil, que, debido a su mayor accesibilidad ha tenido un muy buen desarrollo en Latinoamérica en el período más reciente. Al respecto, el mencionado informe indica que el dinamismo de crecimiento de la conectividad para dispositivos móviles ha sido superior al de la fija (22% vs. 5%).

Esto hace que la penetración de la banda ancha móvil sea superior a la fija en 16 de los 18 países analizados.

En el caso local, según los últimos datos proporcionados por la Subsecretaria de Telecomunicaciones de Chile (Subtel), a diciembre de 2015, nuestro país contaba con 13,1 millones de accesos a Internet (considerando banda ancha fija y móvil) con un crecimiento anual de un 14,1%. En cuanto a la penetración de Internet, incluyendo las conexiones fijas y móviles, el año recién pasado se alcanzaron los 72,4 accesos  por cada 100 habitantes. Esto permite que Chile aparezca en mejor posición en cuanto a número de usuarios por habitante en la región, mientras que Nicaragua registra la menor tasa. Nuestro país, junto a Argentina y Uruguay, son las naciones con mejores indicadores; a ellos habría que agregar a Costa Rica, que a nivel de banda ancha móvil, alcanza niveles de penetración similares a los países de la OCDE.

Desafíos para Chile y la Región

Los desafíos para la región -aunque con matices por las brechas que persisten entre los países de Latinoamérica, dadas las diferencias demográficas y socioeconómicas- dicen relación con expandir aún más el acceso a la banda ancha, especialmente, en los estratos de menores ingresos, así como en las zonas rurales y más apartadas. Este aspecto, la disponibilidad de infraestructura, sigue siendo una de las variables decisivas en la masificación de la banda ancha en la región, a diferencia de lo que acontece en los países desarrollados, en donde dicha infraestructura ya está presente y sólo rigen preferencias de mercado.

Uno de los aspectos cualitativos desafiantes es la velocidad de carga y descarga, que ha sido uno de los temas en que también se ha marcado ciertas distancias con las naciones más desarrolladas.  De acuerdo, al informe de CEPAL el  promedio de velocidad de carga en Latinoamérica es, en el período considerado, 2,92 Mbps, una cifra bastante lejana a los 13,41 Mbps que se da en los países desarrollados. En descarga, en tanto, el promedio regional corresponde a 7,26 Mbps, muy por debajo de las naciones más avanzadas con 32,20 Mbps. América Latina es liderada por Uruguay con una velocidad de descarga de 22,58 Mbps.

El desarrollo de las redes móviles contribuirá a que los países de la región puedan ir superando los retos relacionados con disponibilidad de infraestructura, calidad y asequibilidad. En tal sentido, parece destacable el crecimiento de las redes 4G en Chile, cuyas conexiones crecieron en un 307% el año pasado, según Subtel.

El desafío público y privado de nuestra región es seguir fortaleciendo el acceso a Internet, al máximo nivel, condición básica para desarrollar el ecosistema apto para la transformación digital y también para hacer frente a las demandas que plantean las generaciones hiperconectadas.

Ramiro Herrera, Gerente de Carriers Level 3 Communications, Chile